martes, 29 de abril de 2014

¿Qué significa para ti la danza?


Una pregunta bastante sencilla pero muy profunda a la hora de responder, se piensa, se siente, se vive la danza, así empiezas a decirlo.

Luego lo sigues pensando. Rememoras cada momento, cada instante vivido haciendo lo que más te gusta. Recuerdas conceptos que otras personas tienen al respecto, buscas algún concepto que estandarice todo aquello que sientes al expresar tus sentimientos a un público que lee cada palabra dicha por tu cuerpo.

No es sencillo, te hundes en explicaciones para poder dar a entender la emoción sentida ante cada elevación, cada paso. Esa armonía que existe entre tu cuerpo y tus sentimientos.
Terminas diciendo que te levantas respirando danza, te acuestas soñando danza y aún en tus sueños la danza sigue presente: forma parte de tu vida, porque es tú estilo de vida.

En cada sitio al que vas, imaginas: “¿cómo sería la vida si las personas se mantuvieran bailando al son que toque su corazón?” bien sea caminando, cruzando la calle, haciendo una cola, andando en una buseta, piensas ¿qué movimientos harían?, una idea bastante descabellada, aunque no tanto si se tratase de un musical. Sin embargo lo piensas y suena genial: vivirías la danza en su máxima expresión.

Posiblemente no todos tengan en cuenta la trascendencia que ha tenido la danza desde los inicios de la humanidad, las personas se comunicaban con sus dioses a través de un lenguaje corporal, que en algunas ocasiones, y, entre otras cosas, sirvió para invocar al dios de la lluvia.
Sin embargo, el ser humano quería más, fue por ello que la danza se revistió de elegancia para entretener a las personas que quedaban conmovidos de ver la emoción con la cual se comunicaban con el dios de la lluvia o al momento de un ritual especial.

Posteriormente, y en Grecia, un gran filósofo del mundo, contrarió esa idea de apoyar a los artistas que conmovían a los espectadores con su manera de hacer danza, puesto que estos “mentirosos” como los llamó Platón, alejaban a las personas del verdadero conocimiento que acarreaba la filosofía, pero contrario a esto una producción cinematográfica alega que “un artista usa mentiras para decir la verdad” V de Venganza.

Se puede decir, que no todos están hechos para hacer danza, pero la danza sí está para todos. Pues no hay mejor manera que expresar lo profundo de un sentimiento a través de las artes plásticas, hay presentaciones de bailarines que te hacen llorar, hay poemas que te hacen romper en llanto, hay pinturas que te sacan lágrimas por sólo verlos.


Lo cierto es que el arte está hecho para decir aquello que sentimos de una manera sublime, pues las palabras son vanas en sentimiento cuando se quiere expresar una emoción. El arte te conecta, pues está en nuestra memoria colectiva, lo heredamos de nuestros antepasados: de sus petroglifos, de sus danzas sacras, que expresaban las vivencias más sentidas y puras de su ser.

sábado, 5 de abril de 2014

Mitología Griega Elektra


Aquí estoy yo, saciando al fin la venganza a mi padre, en manos de mi hermano. Bien muertos estaban la que fue mi madre Clitemnestra. Esa descarada infiel. ¡Cómo la desprecio!, la muerte no es suficiente para seguirla odiando. Y Su amante Egisto, ese cobarde prepotente con hambre de poder.

Soy Electra, la hija del rey Agamenón de Micenas, el mejor de todos los tiempos. Mi padre fue un hombre admirable. Siempre buscaba el bien del pueblo sin anteponer sus intereses, era un gran hombre, lo quería y lo admiraba mucho. Lo sigo haciendo. Deseé haberme casado con un hombre así de decidido y buena persona como él.

Pero no fue así. Mi matrimonio fue planeado. Ese campesino inmundo que nunca pudo darme lo que una princesa de mi altura merecía. Jamás le di mi cuerpo ni mi alma, me causaba repulsión su presencia y soporté muchos años. Desgraciado él y todos los que me hicieron este daño. Mi madre me casó con ese campesino para que mi linaje no vengara la muerte de mi padre, pero a pesar de esto, las cosas no se quedarían así.

Hubiese deseado matar por mis propias manos a Clitemnestra. Nada me hubiera causado más placer que escucharla implorar perdón. Y Luego la degollaría. El olor a sangre sería el anuncio de mi victoria y su cabeza mi trofeo.

Demoré mucho en convencer a mi hermano Orestes para que la matara. Es que era lo justo. Ella había matado a mi padre cuando regresaba victorioso de Troya. Pues su viaje demoró diez años para recuperar a la estúpida de Helena, ¿qué se creía?. Tampoco era para tanto, estos hombres, Dios, ¿quién los entiende?

Mi papá regresaba, inocentemente de su viaje con una amiga, Casandra se llamaba, era una vidente y dos niños, al parecer eran hijos de ellos. Esa mujer a la que con asco llamo madre, se acostó con Egisto. Me desmoralicé cuando supe sus planes, pero me llevaron fuera del reino, sin saber lo que ocurría. Planearon su muerte, y con la sangre bien fría, luego de que mi papá salía de bañarse y con un pie en el agua y otro el piso, llegó Clitemnestra y le puso una toalla encima, al momento llegó Egisto y le clavó dos puñaladas en la espalda. ¡Desgraciados cómo los odio!, no me gusta pensar en esto, porque me lleno de ira.


Con la sangre de mi padre, el Rey de Micenas en sus manos, salieron a informarles a todos que habían tomado el trono. Los guardias de mi padre peleaban con los de Egisto, pero fue en vano, ellos habían tomado el poder. Dios demora pero no olvida. Pasaron seis años para poder cumplir con mi venganza. Y aquí estoy yo, enjuiciada junto a mi hermano por un crimen del que no nos arrepentimos.